Cuando en 2019 el presidente Andrés Manuel López Obrador impulsó la Reforma Laboral, lo hizo con la promesa clara de terminar con los sindicatos corruptos, democratizar la representación obrera y transparentar el uso de las cuotas sindicales.
- Se trataba de desmontar décadas de simulación, de abrir las ventanas a la rendición de cuentas y de devolverle a los trabajadores el poder de decidir.
- Cinco años después, figuras como Mauro Arturo Zayún González, secretario general del Sindicato Nacional de Empleados y Trabajadores del Nacional Monte de Piedad y Empresas de Préstamo Prendario, representan la negación absoluta de ese proyecto.
- Zayún no sólo ha incumplido el propósito de la Reforma, lo ha pervertido. Bajo su liderazgo, el sindicato se comporta como una estructura de poder cerrado, donde la transparencia es un riesgo y la rendición de cuentas, una amenaza.
- Lejos de promover la libertad sindical, mantiene prácticas de coerción, ocultamiento y manipulación que violan los principios fundamentales de la nueva legislación laboral.
- La reciente presentación del Juicio Especial Colectivo de Naturaleza Jurídica contra su sindicato (una acción inédita en México), es una consecuencia directa de ese vacío ético.
- El proceso busca determinar el destino de millones de pesos que la organización recibe anualmente con fines sociales, deportivos y de retiro.
- Sin embargo, lo que debería ser un ejercicio de bienestar colectivo terminó convertido en un sistema de privilegios personales.
Detalles: Según el expediente judicial, el líder sindical recibe cada año de Monte de Piedad $1 millón 200 mil pesos para el mantenimiento del Centro Social y Deportivo “Monte”, al que recientemente impuso su nombre con letras de oro, que opera como negocio privado de la dirigencia sindical y al que no tienen acceso libre los trabajadores.
- Por la misma vía obtiene $840 mil pesos para “fomento al deporte” que no se traducen en ninguna actividad tangible en beneficio de sus representados, pues no existen torneos, ni se compra equipamiento para el uso de los trabajadores.
- $3 millones 450 mil pesos al año es lo que Zayún González se gasta en viáticos que carecen de respaldo comprobable.
- $1 millón 350 mil pesos más que deberían destinarse al plan de retiro de los trabajadores tampoco tienen sustento financiero alguno del sindicato.
Estas irregularidades no son simples faltas administrativas, constituyen violaciones directas al principio de transparencia y democracia sindical establecido en la Ley Federal del Trabajo, reformada en 2019.
- La ley obliga a los sindicatos a rendir cuentas claras, a informar a sus agremiados del destino de sus recursos y a someter su dirigencia a procesos de elección libres y verificables. Nada de eso ocurre bajo el control de Zayún.
- Además, lejos de modernizarse el sindicato de Monte de Piedad y su líder han multiplicado sus privilegios, a través de permisos con goce de sueldo para representantes que ya no tienen representados.
- Horas extra pagadas sin laborar; asistentes sindicales cobrando sueldos completos sin función alguna y descuentos aplicados sin consentimiento.
- Todo ello configura un modelo de poder que contradice los principios de democracia, equidad y legalidad que el propio Gobierno federal ha defendido como base de la nueva relación obrero patronal.
- Resulta irónico y políticamente incómodo que mientras la 4T presume una reforma que “limpia” al sindicalismo mexicano, líderes como Zayún sigan operando con la impunidad del pasado, reproduciendo las mismas prácticas que el presidente López Obrador prometió erradicar, el uso discrecional del dinero de los trabajadores, la manipulación de las bases y el chantaje como estrategia de control.
Claramente el Juicio Especial Colectivo busca hacer cumplir la ley en un ejercicio de coherencia patronal frente a la incongruencia sindical.
- Si la Reforma Laboral de 2019 pretendía dignificar al trabajador y acabar con los “charros sindicales”, el caso de Arturo Zayún demuestra que la batalla está lejos de ganarse.
- Zayún no sólo traiciona a sus agremiados, traiciona el espíritu de la Cuarta Transformación y su gestión es la prueba de que el nuevo marco legal no basta si persisten los viejos vicios.
- Y mientras el discurso oficial celebra la libertad sindical, él sigue usando el sindicato como caja chica, escudo político y herramienta de poder personal.
- El reto, entonces, no es sólo judicial, es moral y político.
- Porque, mientras líderes como Zayún sigan al frente de organizaciones que deberían servir a los trabajadores, la Reforma de 2019 será apenas un buen discurso, enterrado bajo la corrupción del viejo sindicalismo que prometió desterrar.
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